Cuando hablamos de masajes pocas veces pensamos en los brazos. En comparación con otras partes del cuerpo como espalda y piernas, estos, igualmente importantes para el bienestar general, son descuidados cuando de terapias preventivas o relajantes se trata.
Sin embargo, un masaje de brazos es muy útil y efectivo para la prevención y tratamiento de lesiones en codos y hombros, ya que es capaz de liberarlos de las tensiones que en ellos se acumulan.
Definición y utilidad
Por masajes de brazos se refieren aquellos masajes que se aplican desde la muñeca hasta la articulación de los hombros y no solo en los antebrazos como algunos erróneamente suponen. De él quedan fuera las manos debido a que estas requieren otros movimientos y técnicas, recogidos en lo que se conoce como masaje de manos.
Al igual que otras clases de masajes, los de brazos pueden realizarse con las manos o con la ayuda de instrumentos como rodillos y ventosas.
Desde el punto de vista preventivo y terapéutico, son útiles para reactivar la circulación sanguínea del área en que se aplica y liberarla de las tensiones acumuladas en el día a día, haciendo sentir a la persona o paciente descargada y dejándola en mejores condiciones para prever lesiones comunes como bursitis, epicondilitis y epitrocleitis.
¿Cómo darlos? Técnicas básicas
Los masajes de brazos se aplican primero en una extremidad y luego en la otra. La persona que va a recibir uno debe estar boca arriba en la camilla, en posición decúbito supino, y lo primero a hacer, como en todo tipo de masaje, son los pases neurosedantes. Es importante cuidar que con estos movimientos iniciales quede cubierta toda la zona del brazo, de la muñeca al hombro.
Luego el masajista se aceita las manos y las va deslizando por toda la musculatura del brazo, para entonces hacer amasamientos digitales y palmares, primero en el antebrazo y luego subiendo hasta alcanzar el hombro, donde debe ejecutar varias pasadas de relativa profundidad para que esta complicada zona quede bien librada de las tensiones acumuladas.
Tras esto se introducen los amasamientos nudillares, simples y totales, que se aplican en ambas caras del brazo con la excepción de la parte del codo, donde no se aplica ningún procedimiento.
Ante la detección de hiperemias se deben introducir vaciados venosos, aunque para la mayor eficacia del masaje se recomienda aplicarlos cada dos o tres técnicas, con independencia de que aquellas surjan o no.
Después de estos pasos el masajista debe hacer unos amasamientos con el pulgar, sobre todo en el área del olécranon, para entonces repetir los amasamientos y hacer otros vaciados venosos.
En este punto ya será ideal empezar con las fricciones palmares, que se irán alternando con las anteriores movilizaciones para tras un instante hacer surcos con un vaciado venoso e ir terminando con tecleteos y vibroterapia.
Por último, se deben hacer otros pases neurosedantes, con los que termina el masaje de un brazo y se procede a repetir las mismas técnicas en el otro.
¿Cómo dar un automasaje de brazos?
A pesar de la aparente complejidad, los masajes de brazos resultan bastante sencillos, al punto de que cada uno de nosotros podemos hacérnoslos desde casa.
Para ello bastará con que masajeemos uno de nuestros brazos desde la muñeca hasta el hombro, con movimientos suaves mientras subimos y aplicando presión al bajar. Estas operaciones debemos repetirla tres veces, alternando nuestros brazos para que los dos se beneficien por igual.
Luego, para nuestro automasaje de brazos tenemos que subir la muñeca de uno hasta el hombro del otro, mientras aplicamos en el primero el gesto del amasado, con especial esmero en la cara interna del brazo hasta la axila.
Este proceso también lo haremos en tres ocasiones, alternando los brazos, y después procederemos a dar golpes pequeños y suaves en la zona superior de cada brazo, con lo que estimularemos la circulación sanguínea y atacaremos la flacidez de la piel.
Lo descrito puede repetirse en cada brazo con el objetivo de que aprovechemos todos los beneficios del automasaje.
Masajes linfáticos de brazos
Una clase especial de masaje de brazos son los llamados masajes linfáticos, los cuales se basan en una técnica denominada drenaje linfático manual.
Esta debe aplicarse, en brazos o cualquier otra parte del cuerpo, solo cuando un especialista la recomiende, ya que al trabajar directamente con el sistema linfático del organismo y la linfa puede desencadenar algunos efectos adversos. Asimismo, para hacer un masaje linfático se debe dominar muy bien la técnica, a fin de que no surja alguna situación desagradable o de riesgo.
No obstante, por sus muchos beneficios los masajes linfáticos no pueden dejar de ser mencionados. En cuestión de estética y fisioterapia son muy efectivos para la limpieza profunda de la piel, así como para la prevención de lesiones, desgastes y formaciones no deseadas por nadie como arrugas y las bolsas que aparecen bajo los ojos.
Los masajes linfáticos son también muy beneficiosos en el combate al estrés y las tensiones acumuladas en el cuerpo, y en el caso específico de los brazos, al igual que en otras áreas del cuerpo, son muy buenos para mejorar el retorno venoso y la atonía vascular, y aumentar la velocidad circulatoria, venosa y linfática.
Eso sí, personas que han sufrido infartos de miocardio o angina de pecho, o padecen de tumores malignos, hipo o hipertensión severa, hipertiroidismo, infecciones agudas y algunas otras muchas condiciones, deben abstenerse de recibir un masaje linfático.
Lo mejor antes de atrevernos con uno y aprovechar sus muchas ventajas es siempre consultar con un especialista en medicina general y uno en masoterapia.